El miércoles por la mañana personal policial fue alertado sobre una extraña situación en una plaza de San Miguel de Tucumán. La aparición de una serpiente lampalagua había despertado el asombro y la intriga de muchos vecinos de la zona.
Protesta en San Pedro: Reclamaron por los derechos de los animales en la ReservaEl hecho ocurrió en una plaza ubicada en la zona norte de la capital tucumana, precisamente en Avenida Juan B. Justo y calle España. El animal, que luego se constató que no era venenoso, tiene características de mordedura fuerte y presentaba cierto peligro para los vecinos, como así también corría riesgo su propia integridad física ante la posible reacción de cualquiera de las personas que estaban a su alrededor.
Quienes fueron alertados primeramente sobre la situación fue el personal policial de la Dirección General de Prevención Ciudadana que se encontraba realizando recorridos preventivos. Los efectivos rápidamente tomaron intervención ya que el hecho infringía con la ley de Flora y Fauna 6.292.
Los policías capturaron a la serpiente Boa Constrictora y consultaron a personal de Flora y Fauna para que les informen qué hacer con el reptil. Desde el organismo contestaron que debían liberar al animal a su hábitat natural, ya sea en el Dique Celestino Gelsi o en las yungas.
Qué hacía la serpiente en una plaza
Aunque aún se desconoce el origen de la serpiente y de qué manera fue a parar en un lugar de mucha circulación de personas, se cree que el animal estuvo cautivado en alguna de las viviendas de la zona. La policía aún no pudo determinar quién era su dueño.
Según informa el sitio comunicacióntucuman.gob.ar, este tipo de reptiles se encuentran bajo amenaza de peligro de extinción debido a la caza furtiva.
Cómo son y qué comen este tipo de serpientes
La boa constrictor luce una de las marcas más características de todos los reptiles. Según el hábitat en el que quiera camuflarse, su cuerpo puede ser pardo, verde, rojo o amarillo, y luce patrones crípticos formados por líneas irregulares, óvalos, diamantes y círculos.
Sus mandíbulas tienen una hilera de dientecillos ganchudos para atrapar y sujetar a su presa mientras la rodean con su musculoso cuerpo y aprietan hasta sofocarla. Las boas se alimentan de prácticamente cualquier animal que consigan atrapar, como aves, monos y jabalíes. Sus mandíbulas se pueden estirar ampliamente para tragar presas grandes de una sola pieza.
Las hembras incuban los huevos dentro de su cuerpo y paren un máximo de 60 crías. Al nacer, miden algo más de medio metro y no dejan de crecer durante todo su ciclo vital, que dura entre 25 y 30 años.
Las boas son animales constrictores no venenosos que viven en zonas tropicales de América del Sur y Central. Al igual que sus primas, las anacondas, son excelentes nadadoras, pero prefieren permanecer en tierra seca, donde suelen refugiarse en troncos huecos y madrigueras de mamíferos abandonadas.